domingo, 28 de diciembre de 2008

“Lima es un pañuelito”

Conversando virtualmente con una amiga, presentamos opiniones opuestas acerca de que tan rápido uno se encuentra con la gente. Todo empezó porque ella me contó que se encontró con un profesor que nos enseñó a los dos (en dos cursos diferentes, en dos universidades diferentes, pero el mismo profesor) y terminó diciendo que “Lima es un pañuelito”. Yo me opuse con ciertos argumentos, convincentes, pero que no reflejan toda la situación que ocurre en este arte: El arte de encontrarse con la gente.

Empezaré diciendo que me gusta (y a veces hasta me encanta) encontrarme con gente conocida en la calle, preferentemente de casualidad. Cuando tenía doce años me fastidiaba que en las salidas familiares mi mamá se encontrara con gente conocida. Ella decía que mientras más vayas avanzando en la vida y conociendo personas, mas probabilidades tendrías de incurrir en encuentros casuales. Nada más cierto. Y ahora, con el tiempo, me doy cuenta que es una actividad grata, en especial cuando son los demás los que te saludan primero. Significa muchas cosas: Que se acuerdan de ti a pesar del tiempo que puede haber pasado, que quieren buscar ese encuentro (bien podrían haberse pasado de largo sin decir o avisar), o que te estiman y te quieren. Muchas veces cuando me preguntan “cosas que me gusta hacer” digo: “me gusta encontrarme con la gente”.

Naturalmente, también influyen las personas con las que te encuentras. Hay las que no te caen, y con ellas pasas casi de largo como asumiendo que no te vieron (y si te vieron, tampoco importa tanto). Están las que sí te caen pero a veces por desidia o dejadez simplemente elaboras un beso/saludo volado, un “hola” fugaz o un apretón de manos pasajero. O las personas que te caen bastante y las saludas con efusividad, con todo el cariño del mundo, y con ellas te quedas conversando un buen rato. Y a quién no le ha pasado que a veces sabes que tú y una persona a la que quieres (o te gusta, amas, o estimas bastante) coincidirán en el mismo lugar, y haces lo posible para encontrarte con ellas, con el posterior sonrojo de tu parte (aunque lo disimulas, con mucho o poco éxito, pero en fin). En lo personal, tengo a gente en el segundo, tercer y cuarto grupos. Respecto del cuarto, es curioso, al menos con una de las personas aún no me encuentro casualmente en en otro lugar que no sea el que frecuentamos, pero me gustaría. Respecto de la otra, últimamente ya no nos vemos tanto, pero me la he encontrado casualmente en las mañanas principalmente, y una sola vez en una tarde, en un centro comercial.

Volviendo a la conversación con mi amiga mencionada anteriormente, mis argumentos fueron principalmente tomados de un texto que leí cuando estudiaba inglés. En realidad las ciudades son gigantes, pero nosotros establecemos unos filtros con los cuales nuestras probabilidades de encontrarnos con la gente se reducen. Científicos han realizado estudios respecto de este tema: Si tenemos 150 entre “amigos y conocidos”, tenemos unos 23000 “amigos de amigos”, y unos 600000 “amigos de amigos de amigos”. No es tan difícil encontrarse con ellos en una ciudad de ocho millones y medio de habitantes. Además, estos sucesos sorprenden porque parecen creados completamente por el azar. Pero si se ponen a pensar, existen miles de veces donde no nos encontramos con la gente, y eso no nos sorprende. ¿Cuántos intentos “fallidos” han tenido que ocurrir para encontrarnos con aquella persona?

Ejemplos sobre estos temas hay muchos:
Si te encuentras con alguien en la combi: Usualmente la gente frecuenta unos lugares preestablecidos y toma las mismas rutas. Las posibilidades se reducen rápidamente. En Londres, las probabilidades de que te encuentres con alguien en el metro son de 1/100.
Si descubres que hay un conocido (inesperadamente) tuyo en una fiesta: La gente suele tener amigos de su misma clase social, edad, gustos y centros de estudio o trabajo. Si estás yendo a una fiesta de un amigo/amiga las posibilidades de que te encuentres con otro amigo/amiga (aunque no sepas que haya sido invitado) son bastante altas, entonces.
Encontrarte con alguien en la calle: Es una mezcla de las dos anteriores. Seguro los dos frecuentan lugares parecidos y además que estén acordes con su clase social, edad, gustos y aficiones. Así que nuevamente, aunque en Lima hay ocho millones y medio de pobladores con los que podrías encontrarte, te quedarán probabilidades altas.

La conversación siguió y siguió. Mi amiga me dijo “bueno, a veces también pienso que Lima es inmensa” a lo que yo respondí “a veces también creo que Lima es un pañuelito, porque aún los encuentros me siguen sorprendiendo”. Tiene algo de los dos casos, me parece. ¿Ustedes que opinan?

Saludos,

Juan Manuel

Recordando los 90's, para aquellas personas que tienen a una persona en el cuarto grupo, y esa persona es su media naranja.

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